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                == INDICE ==  Regresar a Historia de la apicultura en la República Argentina
http://www.culturaapicola.com.ar/fotos/rivadavia.jpg Retrato de Bernardino Rivadavia
Período de gobierno: 8 de febrero de 1826 al 7 de julio de 1827
Predecesor: ninguno
Sucesor: Vicente López y Planes
Fecha de nacimiento: 20 de mayo de 1780
Lugar de nacimiento: Buenos Aires
Fecha de fallecimiento: 2 de septiembre de 1845
Lugar de fallecimiento: Cádiz, España
Profesión: Funcionario estatal
Partido Político: Partido Unitario

Bernardino Rivadavia (nacido Bernardino de la Trinidad González Rivadavia y Rivadavia en Buenos Aires, 20 de mayo de 1780 - Cádiz, España, 2 de septiembre de 1845) fue un político argentino, el primero que ejerció la presidencia entre el 8 de febrero de 1826 y el 9 de agosto de 1827.

Se educó en el Real Colegio de San Carlos, pero abandonó sin terminar los estudios. En las Invasiones Inglesas actuó como teniente del Tercio de Voluntarios de Galicia. En 1808 Santiago de Liniers lo nombró alférez real, pero este nombramiento fue rechazado por el Cabildo. Asistió al Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 votando por la deposición del virrey.

La Junta Grande lo tachó de «españolista» y lo deportó a Guardia del Salto. Sin embargo, en 1811, fue designado Secretario de Guerra del Primer Triunvirato, iniciándose así en la vida pública. Adquirió preponderancia en las decisiones que se tomaron durante la represión del motín de las trenzas, el fusilamiento de Martín de Álzaga y el armisticio de Rademaker, el representante portugués.

La revolución del 8 de octubre de 1812, que depuso al Primer triunvirato, tomó la decisión de arrestarlo y obligarle a alejarse de la capital por un tiempo.

Volvió a ocupar una función en el gobierno cuando en 1814, junto a Manuel Belgrano, viajó en misión diplomática a Europa, enviado por el gobierno revolucionario del Río de la Plata en busca de un candidato de sangre azul a quien ofrecer el gobierno de estos países. Tras varios intentos, la misión fue un fracaso.

En 1821, Martín Rodríguez, flamante gobernador de Buenos Aires, nombra a Rivadavia en el cargo de Ministro de Gobierno y relaciones Exteriores de las Provincias Unidas. En mayo de 1824 Juan Gregorio Las Heras es elegido gobernador y ofrece a Rivadavia continuar en el cargo, pero no acepta porque desea partir hacia Londres.

Rivadavia y la apicultura Uruguaya[]

La primera colmena que llego al Uruguay en forma fortuita, fue en abril de 1834 y su introductor fue el ex presidente argentino Bernardino Rivadavia, instalada en Colonia del Sacramento el primer apiario rústico (fijista) documentado.

Desde 1812, Rivadavia había mostrado un gran interés en poblar el campo y desarrollar la producción agraria que hasta esa fechase reducía a algunos escasos cultivos hortícola y a la explotación del ganado cerril. Fue así que el 7 de agosto de 1823, siendo ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, creo la Escuela de Agricultura y Jardín de Aclimatación de la Recoleta. Para dirigirlo trajo de Francia al Prof. Pierre Baranger, pero sus ideas eran muy adelantadas para la época y por varios meses no pudo conseguir alumnos. Dos años después, Las Heras suprimió la Escuela de Agricultura.

En esos momentos, Rivadavia estaba en Londres y como se había cerrado la escuela, pero no el jardín de aclimatación contracto al técnico Alexandes Paul Sack para dirigirlo y compro 14 cajas de semillas varias a la firma Hullet & Bros y cuando el barco arribó al Río de la Plata había una gran bajante y no pudo llegar a Buenos Aires, de modo que las 9 cajas que se habían salvado fueron desembarcadas en Montevideo.

Mientras se cumplían los tramites burocráticos para reembarcar dichas semillas a Buenos Aires en el puerto de Montevideo se echaron a perder 7 de las 9 cajas, de modo que a Buenos Aires solo llegaron dos, Aún así, Sack y su ayudante Samuel Atwell hicieron maravillas y el jardín llegó a producir miles de frutales hasta entonces desconocidos, en nuestras tierras. El 11 de febrero de 1828, Dorrego también clausuro el Jardín de Aclimatación.

En abril de 1834, Rivadavia volvía otra vez de Europa, pero Rosas no le permitió desembarcar. Por segunda vez, sus envíos de material para el desarrollo rural llegaban primero al Uruguay. El Diario El Universal, en su edición del 6 de enero de 1836 escribía al respecto:

  • En su último viaje de Europa, por el mes de Abril de 1834, trajo de Francia el Sr. Bernardino Rivadavia dos colmenas. Lo largo de la travesía y los inconvenientes con que se halló a su llegada fueron causa de que se perdiese una de las colmenas. Debiendo a sus esfuerzos y a su celosa inteligencia la conservación de la otra que llevo a la Colonia del Sacramento donde se estableció. En Octubre del mismo año (1834), tuvo la satisfacción de ver nacer el primer enjambre nuevo, que aseguro el logro de sus deseos y la introducción de las abejas en esta parte de América.

Sucesivamente ha logrado el Sr. Rivadavia nuevos enjambres a términos que a pesar de haber perdido dos, tiene el día de hoy, seis colmenas pobladas. En el mes de diciembre pasado hizo ya su primer cosecha y ha tenido el placer de recoger de dos solas colmenas, como cien libras de miel de la que ha enviado muestras a esta capital, y algunas libras de cera que ha remitido a Buenos Aires, con el objeto que sea allí labrada, para presentarla hechas bujías, al templo de la Colonia. Estos son los primeros frutos de una empresa tan recomendable. Me parece que todos los amigos de nuestro país debemos complacernos al ver arder, por primera en nuestros altares la cera producida en nuestra patria y al probar la miel elaborada de los jugos de nuestras flores.

Pero también que todos debemos agradecer al señor D. Bernardino Rivadavia una adquisición tan importante que asegura, dentro de pocos años a la República, nuevos y abundantes ramos de industria, como que podremos cosechar en nuestros campos materias que tan caras pagamos hoy al extranjero.

Juan María Gutiérrez en su obra Apuntes biográficos de escritores, oradores y hombres de Estado de la Republica Arjentina editada en 1860 comenta:

Más adelante el autor comenta en Mayo de 1834 Rivadavia tuvo el noble coraje de presentarse en Buenos Aires para vindicarse de las acusaciones que le hacían. Solo dos horas pudo permanecer bajo el techo de su propia casa y en la ciudad de su nacimiento. La autoridad lo obligó a reembarcarse y a esperar a bordo de un buque durante veinte días la decisión de la Sala de Representantes sobre la reclamación entablada ante ella por acto tan injusto.

El Sr. Rivadavia se asiló entonces en el Estado Oriental. En una hacienda de las inmediaciones de Colonia del Sacramento se consagró a ocupaciones rurales. Rodeado estaba de colmenas, de su querido rebaño de Cabras del Tibet, y de plantas útiles y exóticas, cuando en Octubre de 1836, por orden del gobierno de aquel país, fue deportado a la Isla de Ratas en la rada de Montevideo, y de allí desterrado con otros argentinos notables a la isla brasilera de Santa Catalina, luego a Río de Janeiro.

Rivadavia como Ministro[]

El empréstito Baring Brothers[]

Empréstito Baring Brothers
Monto prestado: £1.000.000
Tasa de interés: 6% anual
(£60.000 por año pagadas semestralmente)
Amortización: 1% anual
(£5.000 por año)
Comisión de la Casa Baring por los pagos: 1%
Tipo de colocación: 70% del valor nominal

La Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires decretó el 19 de agosto de 1822 una ley que facultaba al gobierno a "negociar, dentro o fuera del país, un empréstito de tres o cuatro millones de pesos valor real". Los fondos del empréstito debían ser utilizados para la construcción del puerto de Buenos Aires, el establecimiento de pueblos en la nueva frontera, y la fundación de tres ciudades sobre la costa entre Buenos Aires y el pueblo de Patagones. Además debía dotarse de agua corriente a la ciudad de Buenos Aires.

La Junta de Representantes había autorizado la colocación a un tipo mínimo del 70%, pero Rivadavia acepta constituir un consorcio que represente al Gobierno de Buenos Aires para la colocación del empréstito al tipo de 70%. Este consorcio estaba encabezado por los señores Braulio Costa, Félix Castro, Miguel Riglos, Juan Pablo Sáenz Valiente y los hermanos Parish Robertson, quienes en virtud del poder conferido celebraron el acuerdo en Londres con la firma Baring Brothers & Co.

Como la colocación en el mercado sería fácil, la Baring propuso al consorcio colocarlos al 85%, pagando 70% a Buenos Aires y repartíéndose el 15% de diferencia con el consorcio.

El 1º de julio 1824 se contrató con la Banca Baring el empréstito por 1.000.000 de libras esterlinas. El 15% de diferencia de colocación representó 150.000 libras, de ellas el consorcio en su conjunto se llevó 120.000 libras en carácter de comisión, y los 30.000 restantes fueron para Baring.

El Bono general dispuso que:

  • Los intereses serían pagados semestralmente, encargándose la Casa Baring de hacerlo a nombre de Buenos Aires cobrando una comisión del 1%.
  • El Estado de Buenos Aires "empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1.000.000 de libras esterlinas y su interés".
  • Baring retendría 200.000 títulos al tipo de 70, acreditando a Buenos Aires las 140.000 libras correspondientes y disponiendo para sí del excedente de su venta.
  • Por cuenta del consorcio, Baring vendería en bolsa los 800.000 títulos restantes al tipo de 85%, cobrando un 1% de comisión por ello, y acreditando a Buenos Aires el 70%. Si lograse colocarlas a más del 80% la comisión subiría a 1,5%.
  • En toda suma a entregarse en lo futuro por Buenos Aires, en concepto de intereses y amortizaciones, Baring cargaría un 1% de comisión a cuenta del gobierno.

Como no se había especificado como llegaba el dinero a Argentina, el consorcio informa a la Casa Baring que la mejor manera era enviando letras giradas contra casas comerciales de prestigio que dieran garantías en Buenos Aires. No por casualidad, una de esas casas comerciales era la de Robertson y Costas, dos miembros del consorcio. Al final, del millón de libras que totalizaba el mismo, sólo llegaron a Buenos Aires unas 570.000, en su mayoría en letras de cambio y una parte minoritaria en metálico.

El empréstito solo se pagaría por completo ochenta años más tarde.

El empréstito argentino de 1824 no fue el único de su tipo en Latinoamérica. Ya en 1822 Colombia había negociado un crédito por valor de 2 millones de libras esterlinas, lo mismo había hecho ese año Chile con un crédito por 200.000 libras. El reino de Poyais (actual Nicaragua) hizo lo propio por 200.000 libras, y Perú colocó un empréstito por 1.200.000 libras. México también tomó un crédito de este tipo en 1824, y Colombia obtuvo su segundo crédito. Entre 1822 y 1826 las colonias españolas se endeudaron con Londres por la suma de 20.978.000 libras, habiendo Inglaterra desembolsado una suma real de sólo 7.000.000 de libras.

La enfiteusis[]

Como garantía del empréstito Rivadavia hipotecó todas las tierras y demás bienes inmuebles de propiedad pública, prohibiendo su enajenación en toda la Nación. No siendo posible enajenar las tierras por la existencia de esta hipoteca, les aplicó el régimen de enfiteusis, mediante el cual se arrendaban contra el pago de un canon.

El 16 de marzo de 1826 ratificó mediante un decreto la prohibición de vender, donar o entregar de cualquier otra forma las tierras fiscales. Posteriormente, el 18 de mayo, la Ley Nacional de Enfiteusis volvió a ratificar la prohibición de enajenar tierras de propiedad pública y fijó el lapso de concesión en "cuando menos" 20 años desde el 1º de enero de 1827. Pero de hecho la ley sólo se aplicó en territorio bonaerense y en Corrientes, habiéndola reconocido ésta última recién en 1830.

La ley no establecía límites para la concesión, ni exigía la producción agrícolo-ganadera de las tierras, ni requería que se poblasen. Además, se permitía el subarriendo y la transmisión de derechos, cosa que resultó en todo tipo de especulaciones.

Finalmente la tierra fue concedida a ricos terratenientes que se las arreglaban en este aspecto para burlar el pago del canon, careciendo el gobierno de la fortaleza necesaria para obligarlos. Según Jacinto Odonne, en su libro La burguesía terrateniente argentina, entre 1822 y 1830 se adjudicaron 8.600.000 hectáreas a 538 propietarios, habiendo pagado finalmente estos sólo 5.008 pesos en concepto de canon.

La presidencia[]

Archivo:Busto de Rivadavia en América (Argentina).jpg

Busto de Bernardino Rivadavia en la ciudad de América, partido de Rivadavia

Bernardino Rivadavia gobernó a las Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Argenina) desde febrero de 1826 hasta el 27 de Junio de 1827, luego de que el Congreso General creara un Ejecutivo Permanente en el marco de la guerra con el Brasil y las autonomías provinciales.

La ley de Presidencia, sancionada por el Congreso General el 6 de febrero de 1826, creaba un Poder Ejecutivo Nacional Permanente, con el título de Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, designado por el Congreso; duraría en sus funciones el tiempo que estableciese la constitución. Fue elegido para el cargo a Bernardino Rivadavia; sus ministros fueron: Julián Segundo de Agüero de gobierno; Carlos de Alvear de guerra y marina; Fernández de la Cruz de relaciones exteriores y Salvador María del Carril de hacienda. Rivadavia llevaba al gobierno un proyecto centralizador.

La ley de Capitalización[]

Inmediatamente luego de asumir Rivadavia presentó al Congreso un proyecto de capitalización de Buenos Aires: la ciudad y gran parte de la campaña circundante se proclamaba capital del Estado.

El proyecto originó fuertes resistencias: el federalismo porteño, encabezado por Dorrego y Moreno, se opuso, en defensa de las instituciones de las provincias garantizadas por la ley fundamental, en especial el puerto y la aduana, principal fuente de recursos de la provincia. No obstante, la ley fue sancionada el 4 de Marzo de 1826.

Las Heras cesó en el cargo de gobernador por decreto del Poder Ejecutivo; la Junta de Representantes fue disuelta; se nacionalizó el ejército de la provincia, las tierras públicas, la aduana y todas las propiedades provinciales.

Medidas Económicas[]

Banco Nacional El Banco de Descuentos de la provincia fue transformado en el Banco Nacional en 1826, y estaba autorizado a abrir sucursales en las provincias. Su capital formado por el aporte del Estado y por acciones que se suscribirían en todo el territorio, sería de 10.000.000 pesos (de la época).

Sus funciones eran: recibir depósitos, tomar dinero a interés, otorgar préstamos, acuñar monedas y billetes convertibles, etc.

El Banco, que absorbió al Banco de Descuentos de la provincia, no logró reunir el capital correspondiente y el papel moneda que emitió careció de respaldo. Los gastos derivados de la guerra del Brasil llevaron al gobierno a solicitar reiteradas sumas que provocaron su ruina. En 1836, vencido el plazo de diez años establecido por la ley, Rosas dispuso su disolución.

Nacionalización de los recursos El presidente Rivadavia dispuso la inmediata nacionalización de Buenos Aires y sus instituciones, incluida la aduana; la recaudación pasaría al gobierno nacional, quién la usaría en beneficio de todo el país, pero no se contemplaba la distribución entre las provincias. Además, la deuda pública de la provincia de Buenos Aires se nacionalizó.

La ley de Consolidación de la Deuda Pública del Estado declaró hipotecadas todas las tierras públicas de la Nación y prohibió su venta sin permiso especial del Congreso. Se nacionalizaron tierras que hasta ese momento se consideraban provinciales, sobre las que se debía aplicar el sistema de enfiteusis.

Inversiones británicas El gobierno procuró atraer capitales ingleses para explotar recursos naturales e intensificar la producción; para esto propició la formación de sociedades por acciones.

Las más importantes fueron las destinadas a la explotación de las minas de Famantina en La Rioja. Se organizaron dos sociedades rivales: la River Plate Mining Company, impulsada por Rivadavia, con un capital nominal de 1.000.000 de libras esterlinas; y la Sociedad del Banco de Rescate y Casa de la Moneda de La Rioja reconocida por el gobierno de esta provincia, y que contaba entre sus principales accionistas a Facundo Quiroga, pero que no logró el respaldo del capital británico; las dos sociedades fracasaron.

Hacia 1825 hubo en Europa una crisis económica que se reflejó en la Bolsa de Londres, las acciones de empresas en América rebajaron sus precios y algunas sociedades quebraron. El capital inglés se retrajo; durante tres décadas no estuvo dispuesto a afrontar riesgos en estas tierras.

Medidas sociales[]

  • El gobierno reorganizó el Ejército, incrementó el número de cuerpos de la Escuadra Nacional y creó el Estado Mayor

Guerra del Brasil[]

Artículo principal: Guerra del Brasil

Rivadavia tuvo que hacer frente a la primera gran guerra con otro país (excluyendo las de revolución) de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Desde 1820 Brasil controlaba la Banda Oriental (actual Uruguay), y la recuperación del territorio perdido era una cuenta pendiente de los gobiernos nacionales. La guerra se inició a fines de 1825; cuando una expedición denominada Los Treinta y Tres Orientales desembarcaron en las costas uruguayas y vencieron a las fuerzas imperiales. El Congreso Nacional aceptó la reincorporación de la Banda Oriental el 25 de Octubre de 1825.

Brasil declaró la guerra y las Provincias Unidas respondieron el 1ro de enero de 1826. Si bien inicialmente la posición del Imperio del Brasil fue más ventajosa, los rebeldes orientales lograron imponerse. Las fuerzas eran parejas y la guerra se alargaba, transformándose en una carga económica. Luego de que las fuerzas argentinas vencieran en los triunfos parciales de Ombú y Bacacay obtuvieron el triunfo en Ituzaingó (20 de febrero de 1827), sin embargo la falta de recursos impidió definir la contienda, tanto por tierra como por mar.

Finalmente, Rivadavia envió al ministro Manuel García a gestionar la paz; sin embargo, García firmó un tratado que luego sería conocido como el “tratado deshonroso”, ya que reconocía la soberanía del Imperio sobre la Banda Oriental y se comprometía a pagarle a Brasil una indemnización de guerra. El presidente Rivadavia rechazó el convenio; pero igualmente sufrió el costo político del pacto, que se convertiría en una de las razones de su renuncia.

El conflicto continuó hasta 1828 hasta que, durante el gobierno de Manuel Dorrego y con la presión de Inglaterra se llegó a una Convenció preliminar de paz, donde se disponía la independencia de la Banda Oriental y el cese de las hostilidades.

Constitución de 1826[]

En 1826, pese a las dificultades internas y externas (la guerra con el Brasil había sido declarada el 1ro de enero de ese año) Rivadavia instó al Congreso a dictar una Constitución.

La Constitución sancionada en 1826 proclamaba el sistema representativo, republicano, consolidado en unidad de régimen. El gobierno nacional se organizaba en base al principio de división de poderes. Los gobiernos de provincia estarían a cargo de gobernadores, elegidos por el presidente con acuerdo del Senado, a propuesta en terna de los Consejos de Administración; estos organismos eran elegidos por el pueblo de cada provincia.

La Constitución fue rechazada por todas las provincias: las misiones enviadas por el Congreso ante los gobiernos de provincia fracasaron.

Renuncia de Rivadavia[]

Además de ganarse la enemistad de las provincias del interior gracias a la Constitución de 1826 y todas las medidas centralistas que tomó; la guerra con el Brasil había agotado los recursos; Gran Bretaña presionaba para acordar una paz que garantizase la reanudación del comercio exterior; el presidente necesitaba el ejército nacional para restablecer su autoridad en el interior.

En estas circunstancias, Rivadavia envió a Manuel García a Río de Janeiro en misión negociadora, pero el acuerdo preliminar de paz que gestionó fue totalmente desfavorable para la nación Argentina: reconocía la soberanía brasileña sobre la Banda Oriental, accedía a desarmar la isla Martín García y al pago de una indemnización de guerra.

El presidente desconoció el acuerdo, pero, considerado responsable de la situación, renunció ante el congreso el 27 de junio de 1827 y el 7 de julio le entregó el mando a Vicente López y Planes, presidente provisorio elegido por el Congreso por una ley de emergencia.

El exilio[]

En 1829 Rivadavia partió hacia España, retornando a la Argentina en 1834, pero el gobernador de Buenos Aires, Juan José Viamonte no le permitió desembarcar, motivo por el cual se estableció primero en Mercedes (Soriano, Uruguay) y luego en Colonia (Uruguay). Pasó luego al Brasil y volvió definitivamente a España a fines de 1842.

Murió en la ciudad española de Cádiz 2 de septiembre de 1845. A pesar que en su testamento pidió que sus restos "no fueran enterrados en Buenos Aires y menos en Montevideo", éstos fueron repatriados en 1857, rindiéndole el gobierno honores de Capitán General ante una muchedumbre calculada en 60.000 personas. En ese año se dispuso darle su nombre a la por muchos considerada la avenida más larga del mundo. Sus restos descansan en un mausoleo en la Plaza Miserere de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sobre dicha avenida, desde 1932.

Su impulso renovador en la vida cultural del país[]

Durante lo que se conoció como la «época de Rivadavia» la ciencia y la cultura prosperaron de manera significativa en el país. Su impulso reformista dio a la vida intelectual una dinámica desconocida hasta entonces, creando un clima propicio que fructificó en diversos campos a través de la obra personal de muchos individuos.

Siendo secretario del Triunvirato, ayudó a Mariano Moreno en la creación de una Casa de Libros en Buenos Aires que se abrió en 1812. Creó varias escuelas, proyectó la confección de un plano topográfico de la provincia de Buenos Aires y la formación de un museo de historia natural, que recién comenzó a funcionar en 1823.

Gracias a su gestión como Ministro de Gobierno de Martín Rodríguez se inauguró el 12 de agosto de 1821 la Universidad de Buenos Aires. Durante la época de Rivadavia se contrataron a distinguidas personalidades intelectuales del extranjero, como el matemático mexicano José Lanz, el naturalista francés Aimé Bonpland, los físico y astrónomos italianos Pedro Carta Molino y Octavio Fabricio Mossotti, el publicista e historiador, también italiano, Pedro de Angelis, el ingeniero francés Carlos E. Pellegrini y otros. La mayoría de ellos se establecieron a enseñar e investigar en el país. También en su época se crearon laboratorios de química, el primer observatorio astronómico del país, el Museo de Ciencias Naturales, el Archivo General, el Departamento Topográfico y Estadístico.

Sólo en 1822, por acción oficial o privada, se habilitaron seis instituciones académicas: La Sociedad Literaria, La Sociedad de Ciencias Físicas y Matemáticas, La Sociedad de Jurisprudencia, La Academia de Medicina y dos academias de música y canto. Cinco librerías existentes en Buenos Aires en 1825 vendían toda clase de obras literarias y científicas editadas en Europa. Debe tenerse presente que por un decreto de 1821 se habían derogado antiguas prohibiciones a la introducción de determinados libros sin censura ni trabas de ninguna índole.

Su renuncia provocó el exilio de la mayor parte de los protagonistas comprometidos con el régimen caído, lo que empobrecería notoriamente el quehacer intelectual del país.

Bibliografía[]

  • Juan María Gutiérrez. (1860). Apuntes biográficos de escritores, oradores y hombres de Estado de la Republica Arjentina. Libro Total. PDF 7.886 Kb. Imprenta de Mayo. 294 páginas.
  • Salomón Abud. (1945). Rivadavia. Editorial Claridad. 508 páginas. Este libro en Google habla de colmenas y abejas. Nombrando a Agüero, Juan Cruz Varela; Valentín Alsina; Francisco Pico; el coronel Rufino Bauza y otros detenidos.
  • José María Rosa. Rivadavia y el imperialismo financiero, 1969.
  • Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires, Historia del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires, 1999.
  • Vicente Osvaldo Cutolo, Buenos Aires: Historia de las calles y sus nombres. Editorial ELCHE, 1994.
  • José Luís Romero y Luis Alberto Romero, Buenos Aires, historia de cuatro siglos. Editorial Abril, 1983.
  • Pigna, Felipe, Los mitos de la historia argentina 2, 2005.

Véase también[]

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