Apicultura Wiki
Advertisement

Contaminación de la miel con alimentos artificiales[]

  • Ing. Agr. Norberto García Girou
  • Docente Departamento de Agronomía
  • Universidad Nacional del Sur. Bahía Blanca.
  • Abril 2003


Las abejas constantemente mueven la miel dentro de la colmena de manera de lograr una buena homogenización de sus reservas. Ese comportamiento trae como consecuencia que las reservas que quedan sin consumir cuando comienza la mielada pueden luego aparecer al cosechar las alzas. Así, los apicultores a veces observamos que aún transcurrido un tiempo después de la colocación de las alzas, las abejas pueden subir reservas desde de la cámara de cría a las alzas antes del comienzo de la entrada estable de néctar.

Los días antes del comienzo de la mielada el apicultor debe revisar las reservas de sus colmenas porque, como es sabido, un faltante de alimento en ese momento puede ocasionar una disminución de la postura de la reina y en casos más graves un despoblamiento de las colonias con la consiguiente merma en la cosecha de miel. En ese momento se debe entregar a las colmenas la cantidad de alimento estrictamente necesaria para evitar el hambre en la colonia, pero minimizando la posibilidad de contaminar la futura miel con una alimentación más abundante de la necesaria. Tanto los jarabes livianos distribuídos para incentivar la postura de la reina, como los jarabes densos, pueden potencialmente contaminar la miel si no son consumidos totalmente antes del ingreso principal de néctar.

Principales alimentos artificiales utilizados para la alimentación de las abejas[]

Jarabes de Maíz de Alta Fructosa (J.M.A.F.)[]

Estos jarabes se obtinen a partir de la hidrólisis (ruptura química) del almidón de maíz y poseen, de acuerdo al proceso de elaboración empleado, una composición química variable. Dos productos muy utilizados para la alimentación de las abejas son el J.M.A.F 42 y el J.M.A.F. 55. Ambos jarabes tienen un contenido variable de agua que puede ir desde un 19% hasta aproximadamente un 29%. La composición de sólidos del J.M.A.F. 42 es de alrededor de un 42% de fructosa, un 53% de glucosa y un 5% de otros azúcares. El J.M.A.F. 55, por su parte, contiene un 55% de fructosa, un 41 % de glucosa y un 4 % de otros azúcares. Las composiciones mencionadas pueden variar, por lo que el apicultor debe consultar a su proveedor no sólo el contenido acuoso del jarabe que adquiere (por obvias razones económicas) sino también la composición azucarada del jarabe de maíz a adquirir, tratando de evitar aquellos jarabes con un alto contenido de azúcares superiores o dextrinas ya que este tipo de azúcares son de muy difícil digestión para la abeja.

Tanto el J.M.A.F 42 como el J.M.A.F. 55 son recomendables para la alimentación de las colmenas, siendo el J.M.A.F. 55 levemente superior desde el punto de vista nutritivo para la abeja.

Azúcar de caña o Sacarosa[]

El azúcar de caña es probablemente el sustituto de miel más utilizado en apicultura. Resulta muy atractivo y de fácil digestibilidad para las abejas. El azúcar refinada contiene más del 99% de sacarosa y generalmente constituye la alternativa más económica para alimentación artificial de las abejas.

La mejor forma de suministro de sacarosa a la colmena es mediante la preparación de jarabe al 66% de sacarosa, esto equivale a dos partes de azúcar por una de agua. Se ha demostrado que no resulta conveniente para la salud de la abeja el agregado de ácidos (por ejemplo tartárico) para el desdoblamiento de la sacarosa en glucosa y fructosa. Lejos de resultar beneficioso, este desdoblamiento químico de la sacarosa por medio de ácidos resulta perjudicial debido a la producción de hidroximetilfurfural (H.M.F.), el cual disminuye el largo de vida de las abejas.

Si por razones de costo se utiliza algún tipo de azúcar no refinado, productos de desecho de caramelería, melazas o azúcar rubia, sólo debe hacérselo en primavera. El desdoblamiento de los azúcares no refinados genera H.M.F. en el intestino de la abeja. En invierno, por la menor frecuencia de evacuación de las heces, ese H.M.F. puede acumularse en el cuerpo de la abeja hasta alcanzar niveles tóxicos. Por su parte, el azúcar rubia puede resultar tóxica como alimento invernal por su alto contenido de pectinas y galactosa.

Por lo anteriormente expuesto, se recomienda la preparación de jarabes de sacarosa mediante el simple calentamiento del agua (80-90 grados centígrados), el agregado de la cantidad correspondiente de azúcar de buena calidad, un buen proceso de agitación hasta lograr la disolución final y ningún tipo de agregados adicionales.

Detección de contaminación o adulteración de la miel[]

Para comprender cómo hoy en día resulta posible distinguir mediante un análisis de laboratorio si un azúcar proviene de una planta melífera o de un sustituto artificial debemos introducirnos en algunos conceptos de fisiología vegetal y de química.

Las plantas toman el anhidrido carbónico del aire y mediante el proceso de fotosíntesis fabrican azúcares. En el reino vegetal existe un grupo de plantas que fijan ese anhidrido carbónico en compuestos de tres átomos de carbono y son las denominadas plantas C3. Todas las especies melíferas pertenecen a plantas C3. En contraposición, existe otro grupo de plantas más evolucionadas, denominadas C4, que fijan el anhidrido carbono en moléculas de cuatro átomos de carbono. Dentro de las plantas C4 se encuentran el maíz y la caña de azúcar, especies de donde se originan los dos alimentos más comúnmente ulilizados en la alimentación artificial de las abejas: los jarabes de maíz y el azúcar de caña.

La gran parte del carbono que constituye las moléculas orgánicas de los seres vivos es el denominado Carbono 12. Sin embargo, existe también en todos los cuerpos de los seres vivos una pequeña porción de átomos de carbono denominados Carbono 13. Sorprendentemente, las plantas melíferas (plantas C3) producen azúcares con una proporción Carbono13/Carbono12 menor que las plantas C4 como la caña de azúcar y el maíz. Por ello, mediante análisis de laboratorio se puede detectar la presencia aún de pequeñas cantidades de jarabes artificiales en la miel.

Causas de contaminación y adulteración de la miel[]

La presencia de jarabes de maíz o de azúcar de caña en la miel puede tener diferentes orígenes:

  1. La adulteración deliberada por parte de operadores del comercio de la miel o de apicultores que inescrupulosamente agregan en forma directa a la miel sustitutos artificiales de menor valor. El sustituto utilizado para la adulteración es el jarabe de maíz de alta fructosa.
  2. La alimentación de colmenas durante el flujo de miel con la deliberada intención de aumentar la cosecha “pensando” que el pasaje de estos sustitutos por el sistema procesador de néctar de la abeja pueda encubrir la adulteración. Ello no es así y esta inescrupulosa práctica de algunos apicultores puede ser fácilmente detectada en el laboratorio tanto si se realiza con jarabes de azúcar de caña como de maíz.
  3. Finalmente, y sin ninguna mala intención, el apicultor puede alimentar sus colmenas en exceso los días previos a la mielada. De esa manera genera reservas que no son consumidas por la abeja y que pueden contaminar la miel. Hablamos en este caso de contaminación y no de adulteración porque la cantidad de sustitutos artificiales que pueden llegar a la miel es cuantitativamente mucho menor a los casos de adulteración deliberada e inescrupulosa descriptos en los dos primeros incisos. De todos modos, como a los apicultores decentes y cuidadosos de su noble producto no les interesa ser confundidos con otros de diferente comportamiento, deben ser muy cuidadosos con la alimentación artificial los días/semanas previas al ingreso principal de néctar.[1]

Algunas recomendaciones sobre el correcto uso de alimentación artificial en las diferentes estaciones[]

Otoño[]

El alimento azucarado destinado al consumo invernal debe ser suficientemente concentrado, en lo posible no cristalizado y ser altamente asimilable, de manera de reducir la acumulación de desechos en la ampolla rectal. El jarabe de azúcar de caña concentrado (66% de azúcar), el jarabe de maíz de alta fructosa o un candi son formas de alimentación azucarada apropiadas para el período otoño-invernal. No es aconsejable para esta época distribuir jarabes con alto contenido de agua, dado que estimulan el vuelo de las abejas con temperaturas externas que les pueden resultar fatales, e incentivan demasiado tempranamente la postura de la reina.

En general, la distribución de jarabe conteniendo de 8-10 kgs. de sacarosa por colonia resulta suficiente para llegar en forma apropiada a los inicios de la próxima primavera. Como ya se mencionara, se debe evitar el uso de jarabes de azúcar rubia, de azúcar invertido, mieles fermentadas o mieles oscuras dado que no son bien digeridos por la abeja y provocan la acumulación de sustancias tóxicas en su tracto digestivo cuando ésta no realiza vuelos de evacuación de heces frecuentes.

En zonas de mielato otoñal (abundancia de sauces, robles, y otras) se aconseja la cosecha del mielato y la alimentación de las colonias con jarabe artificial. Los mielatos tienen un contenido elevado de minerales, especialmente potasio, lo que duplica la mortalidad de las abejas.

Una vez finalizada la temporada, se debe suministrar el alimento tan pronto como se constate la insuficiencia de reservas de miel para la invernada (marzo-abril-mayo para las condiciones de la provincia de Buenos Aires). Se debe recordar que en los otoños templados, y en ausencia de ingreso natural de néctar, puede haber un consumo de miel mayor al previsto.

Durante el otoño, es preferible alimentar cuando todavía el clima es templado para permitir que las abejas procesen el jarabe y lo transformen en reservas, pero no tan temprano como para incentivar la postura de la reina.

No existen diferencias en cuanto a la invernada y posterior desarrollo primaveral de las colonias si se deja abundante miel o si se la cosecha y sustituye en cantidades equivalentes por un sustituto apropiado. Nuestra experiencia para el sudoeste de la provincia de Buenos Aires en la invernada de divisiones de fin de temporada nos indica un desarrollo primaveral igual o superior de las colonias invernadas totalmente sobre la base de jarabe de sacarosa que las colonias invernadas con miel.

Si es posible, suministrar de una sola vez (o dos) todo el jarabe que se considera necesario para la invernada. Si se suministra el jarabe en pequeñas dosis se estimula la postura de la reina.

Normalmente no existe riesgo de una posible contaminación de la miel con sustitutos artificiales usados en otoño dado que el cosumo invernal y el posterior desarrollo primaveral de la colonia, a expensas de tales reservas, hacen que, para la época de comienzo de la mielada, no existan ya rastros del sustituto utilizado en otoño.

Invierno[]

No es aconsejable la alimentación de las colonias en pleno invierno, pero si la alimentación otoñal no se pudo realizar a tiempo o fue insuficiente, se debe suministrar un alimento con bajo contenido acuoso dado que el exceso de humedad en la colmena es nocivo en invierno. Para esta época se recomienda la alimentación con candi o bien con jarabes de maíz con un contenido del 81% de sólidos. El alimentador se colocará lo más próximo posible a la bola invernal para facilitar el consumo.

Primavera[]

Durante esta época se recomienda la distribución de jarabe de sacarosa al 66% para recomponer las reservas que se van agotando. Si se distribuye jarabe en forma abundante también se logra promover la postura de la reina.

Cuando se alimenta con tiempo frío, a finales de invierno o principios de primavera, no suministrar un volumen de jarabe desproporcionadamente grande en relación al tamaño de la colonia de abejas. El jarabe no retirado del alimentador luego de algunos días fermenta y se desperdicia. Las colmenas fuertes pueden recibir, en ese momento, unos 5-6 kgs. de jarabe por vez y los núcleos la mitad o menos. Nuevamente para el caso de tiempo frío y si se trata de alimentar núcleos, se debe colocar el jarabe lo más próximo posible al nido de abejas.

Se ha demostrado que la distribución de jarabes de sacarosa, además de suministrar azúcar y agua a las colonias, aumenta la recolección natural de polen. Esto resulta importante para el desarrollo primaveral de la cría como así también para aumentar la eficiencia polinizadora de las colmenas.

El gran desarrollo de la cría que se da en primavera genera una fuerte demanda de polen que muchas veces la colonia de abejas no alcanza a cubrir. Si la deficiencia no es severa, se puede optar por la distribución de sustitutos de polen en forma líquida. Si la deficiencia, en cambio, es severa, se hará necesario el suministro de sustitutos de polen más concentrados en forma de tortas. Los sustitutos de polen en forma de torta no constituyen una vía posible de contaminación de la miel.

Finalmente, y como ya se mencionara al principio de este artículo, en la primavera avanzada, y cuando la mielada se aproxima, el apicultor deberá revisar más frecuentemente sus colmenas para evitar la falta de alimento azucarado por una lado, y por el otro no entregar jarabes de azúcar en exceso que puedan contaminar la futura cosecha de miel.

Bibliografía[]

  • Boquet, M., 1994. Le Nourrissement. O.P.I.D.A. (Ed.), Echaufour. 158 págs..
  • García Girou, N.L., 2002. Fundamentos de la Producción Apícola Moderna. 187 págs..
  • White, J.W. Jr., 1991. Honey. En: The Hive and the Honey Bee. Dadant & Sons (Ed.), p. 869-925.

  • [1] La Resolución MERCOSUR Nº 15/94 y la normativa europea definen a la miel como “el producto alimenticio producido por las abejas melíferas a partir del néctar de las flores o de las secreciones procedentes de partes vivas de las plantas o de excreciones de insectos succionadores de plantas que quedan sobre partes vivas de plantas, que las abejas recogen, transforman, combinan con sustancias específicas propias y almacenan y dejan madurar en los panales de la colmena. La miel deberá estar exenta de sustancias inorgánicas u orgánicas extraña.
Advertisement