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Eduardo Olivera, publica en 1869 en los Anales de la Sociedad Rural Argentina, en el Volumen 3, Nº 11, páginas 393 a 409 la primera parte de la Las Abejas, Guía del Criador de Abejas. Historia Natural. Nociones indispensables al Apicultor. Cuyo autor es el francés Frairiere, habiendo realizado la traducción desde este idioma Eduardo Olivera. Dicho traductor acompaña su trabajo con una nota personal donde nos presenta a un pionero anónimo. Fue publicada en los Anales de la Sociedad Rural Argentina en el primer volumen que comprende desde septiembre de 1866 hasta diciembre de 1867.
Trabajo en PDF[]
- Eduardo Olivera. (1869). Las Abejas, Guía del Criador de Abejas. Historia Natural. Nociones indispensables al Apicultor. Anales de la Sociedad Rural Argentina. 1869. Volumen 3, Número 11, pag: 393-409. Artículo Total PDF 7.100 Kb.
Anales de la Sociedad Rural Argentina[]
- Noviembre 30 de 1869. Buenos Aires. Número 11.
Las Abejas - Guía del criador de abejas - Historia Natural - Nociones indispensables al apicultor.
por Frairiere (Auguste de Frarière)
Traducción del francés
por
Eduardo Olivera
Prefacio del traductor[]
(pag. 393). Los progresos que la apicultura va haciendo entre nosotros, nos movieron á buscar una orbrita elemental que pudiera guiar á los criadores de abejas y estimular á otros á ocuparse de una tan útil y productiva cultura.
Entre las muchas que se nos presentaron escojimos la de Mr. Frairiere no solamente por la reputación de su autor y la sencuilles y claridad de su estilo sinó también por no ceñirse este á un sistema dado y preconizado como el mejor de los sistemas conocidos, el peor camino que pudiera tomarse cuando se estudia la naturaleza, como hemos encontrado algunos de los que tuvimos á la vista antes de decidirnos.
Mr. Frairiere nos muestra al fin de esta obrita, no solamente cuanto puede hacer un hombre cuando no está de aquella energía febril que se apaga tanto mas pronto, cuando menos constante es, sinó de aquella que siendo acompañada de la frialdad y de la reflexión es tenáz y va á pasos lentos y mensurados á su fin sin desmayar jamás. Nos hace á mas ver las transformaciones que en el bienestar y comodidades de los habitantes de un país pueden operar dos colmenas; produciendo como una de sus consecuencias, la moralidad y afección al trabajo.
Ocupándonos nosotros desde nuestra humilde esfera, de todo cuanto tiende á mejorar en algo la lúgubre condición de nuestros paisanos trayéndolos a esa aficción al trabajo y al hogar doméstico que tan productivo es en beneficios para la familia y para país en general nos sonríe la idea de que las abejas puedan ser uno de los medios de conseguirlo y que unidad ellas á otras mejoras que nuestra campaña exige con urgencia, vengan á hacer del pastor nómade y semi-bárbaro de nuestros campos el hombre laborioso y honrado que nada espera sinó del trabajo y de la asiduidad.
Nada hay mas triste para el que recorre nuestros campos con el ojo vigilante del observador, que la multitud de población sin profesión conocida que se aglomera dentro y fuera de nuestras aldeas sin que se les vea jamás ocuparse de nada productivo y vivir de lo que pueden obtener de la bondad ó del descuido del que trabaja. Para el que ha visitado mas de una vez esas mansiones del vicio adonde la familia es un lujo que ni por la imaginación se les ha pasado dárselo y que no cuentan con mas renta que la que puedan hacerse en sus correrías los halcones del rancho, no pueden menos que interesarse con ahínco en todo aquello que pueda tender á hacer desaparecer semejante estado, ofreciendo recursos a estos desgraciados que no debiéndolos sinó al trabajo, los moralice y les haga conocer que nunca el robo puede entrar entre los medios de adquirir, como por desgracia hasta ahora estamos (pag. 394) acostumbrados á verlo entre nuestros hombres de campo.
En la aldea es por donde debería empesar la cultura de que nos ocupamos, en ninguna de ellas faltan montes de árboles frutales y hoy la población estrangera que las invade crea alfalfares y jardines adonde pueden encontrar las abejas un alimento abundante sin que cueste nada al proletario habitante de nuestros pueblos de campo, ni sean en lo mas mínimo perjudiciales al propietario de las flores cuyo néctar se pierde hasta ahora sin producir beneficio alguno.
Esto seria dado el caso de la mas completa destitución de parte del criador, cosa que es difícil suponer puesto que no hay habitación de esas que no tenga un pequeño terreno adyacente adonde se cultivarían algunas flores y un poco de alfalfa para el caballo del hombre de la casa que no solamente le proporcionaría la conservación de éste, sino que sus flores se cambiarían en cera y miel y mas tarde en vestido y alimento para su destituida familia.
El bienestar traerá después, al palparse así las ventajas de semejante cría el gusto por cercar su propiedad que en un pueblo de campo adonde no se necesitan fuertes y poderosos cercos se harían de árboles frutales como membrillos, guindos etc., produciendo otra renta á la familia á la par que se aumenta el bienestar y abundancia de las abejas.
Pocas personas por su posición evangélica son mas adaptables para inculcar en las buenas ideas que los curas de campaña y tenemos el placer de anunciar que uno de ellos cuyo nombre no publicamos (1) por no ofender su modestia ha dado el ejemplo creando un colmenar que en pocos años con el pequeño capital de nueve colmenas ha llegado a ser uno de los mas ricos que poseemos entre nosotros, produciendo una renta considerable y dando así un ejemplo de órden y asiduidad en el trabajo que viniendo desde el alto ministerio del altar no pude producir sino grandes y benéficos resultados entre los habitantes del partido adonde reside.
No solamente entre los habitantes de la campaña pueden las abejas producir ventajas: pueden ser también de un recurso grande á la multitud de familias pobres que viven en los suburbios de nuestras ciudades adonde no faltan árboles por lo general, dándoles un medio de existencia seguro y honorable; y aun para el habitante de nuestros centros de población cuando deje de mirar con el desdén del conquistador á las fértiles tierras de nuestra campaña estableciéndose en ellas de un modo sólido y duradero, vendrán las abejas a aumentar las comodidades y lujo del rico y á disminuir las necesidades del pobre contribuyendo a la creación de esas deliciosas habitaciones que no respiran sino órden y pureza de costumbres que á cada paso se ven desparramadas en la campaña inglesa.
Para aumentar la prosperidad general es preciso que haya productos y creación de riquezas; las ciudades no pueden sinó con muy pocas excepciones y que á la verdad no pueden encontrarse entre nosotros producirlas, es la campaña la que las crea y los hombres ó encargados de ayudar á semejante creación; esta no puede ir adelante si no se aumentan los medios de producción, se comienza con preferencia por el principio, fijando nuestras ya demasiado normales poblaciones á un suelo que las reclama con urgencia. Que hayamos podido en la mas mínima parte contribuir á la realización de tan grande objetos con la propagación de esta obrita sería la mayor satisfacción que pudiéramos alcanzar, reservándonos para cuando haya tomado mas incremento esta industria, la publicación y propagación de otra mas detallada del mismo autor.
El traductor
- (1). El Presbítero, cura vicario de San José de Flores, Provincia de Buenos Aires Andrés Ramos y Otero, ya en 1862 publicó una obra titulada Manual de colmeneros, o, Método adaptable para el clima de Buenos Aires sobre colmenas y sus productos: observaciones prácticas. Editorial: Buenos Aires: Imprenta de la Tribuna, 1862, teniendo en cuenta el prólogo del autor no aclara que comenzó con siete colmenas, siendo en la actualidad (1869) el apiario más rico (de mayor número ??) de Buenos Aires.
Introducción[]
Este librito destinado particularmente a los chacareros, ú obreros que habitan en la campaña, y aá todos los que jercen la industria en las aldeas y suburbios de las ciudades, no puede contener todos los hechos interesantes que se ligan á la historia natural de las abejas.
Sin embargo, como es útil el conocer ciertas particularidades sobrecostumbres de estos insectos, para poder comprender la necesidad de seguir estrictamente (pag. 394) algunas de las prescripciones recomendadas en esta obra, describiré suscintamente los principales hechos que tienen lugar en el interior de unacolmena. La ojeada rápida que daremos servirá al mismo tiempo de esplicación de las diversas voces empleadas en el curso de ella.
Aquellos queno encuentren bastantes estas nociones pueden ocurrir á mi Tratado sobre la vida de las abejas, adonde he consagrado un grande espacio á estos detalles. Es más importante de lo que comunmente se piensa, el iniciarse en los misterios con que las abejas esconden al hombre su maravillosa industria. El apicultor que no tiene ninguna noción sobre esta materia, no podrá remediar el menor mal en su colmena, desde que no conozca la causa, Como podría obviar los inconvenientes de una emigración muy repetida o muy tardía ?. Qué haría para volver á las abejas la actividad que hubiesen perdido ?. Sabría prevenir ciertas enfermedades que muchas veces producen la pérdida de toda una colmena, sinó tuviese noción alguna sobre las costumbres y necesidades de esta pequeña nación ?.
Dedicaré algunas páginas aá la descripción de algunos de los principales métodos en uso.
Es necesario instruír al apicultor sobre esta materia, á fin de que pueda basar su juicio con conocimiento de causa y pronunciarse entre diversas formas que estén en uso en su localidad.
En esta órbita me dirijo pues, al chacarero modesto, cuya débil renta necesita aumentarse; al hombre previsor que quiera aprovecharse de todos los recursos que su posición le ofrezca, y que considere como un deber sagrado el aumentar las comodidades y bien estar de su familia.
El uso de la miel comienza a generalizarse, y con satisfacción verdadera se vé hoy á este comestible precioso ser el objeto de un extenso comercio.
Es pues hacer un servicio verdadero á la humanidad el propagar la cultura de las abejas en todas aquellas partes adonde puedan prosperar; es el solo medio de hacer bajar el precio de la miel al alcance de todos los bolsillos, por que no puede ofrecerse á los niños y aun á los adultos un alimento mas sano y agradable.
Por otra parte quien podrá negar su utilidad en la mayor parte de las enfermedades que afligen a los obreros, enfermedades que provienen casi todas de la misma causa y que exigen bebidas refrescantes, cuya parte mas esencial es la miel, y desgraciadamente la mas cara?.
No hablaré de la cera cuyo uso no hay persona que no reconozca, no solamente en los usos domésticos, sino también en las artes y en la farmacia.
Hay otra sustancia que las abejas cosechan sobre ciertas plantas, que ha encontrado una aplicación feliz en la medicina es decir el propóleos, que entra en la confección de muchos medicamentos, pocos conocidos en Francia es cierto.
Muy feliz me consideraría si pudiese inspirar algún interés, por estos insectos tan útiles, y sin embargo tan descuidados y entonces mis lectores me agradecerán tal vez, el haberles hecho conocer una ocupación tan agradable como ventajosa.
Guía del criador de abejas. Historia natural de las abejas. Nociones indispensables al apicultor[]
Entre las abejas que componen un enjambre completo, se ven tres tipos de individuos, cuyas funciones difieren mas de lo que aparece extraordinariamente.
Primero, se distingue fácilmente la reina por su bello color de un pardo dorado.
Es un poco mas grande y mas larga que la abeja obrera; así es que sus alas no pueden cubrir sinó una parte de su abdomen.
A la reina sola pertenece el derecho de trabajar en la propagación de la especie, las obreras son del mismo sexo, sin que tengan la facultad de concebir por no haber recibido un alimento propio al desarrollo del ovario.
Sin embargo hay algunas que por una causa muy larga para detallarla aquí, son suceptibles de poner algunos huevos; pero la reina madre, muy celosa (pag. 396) de su autoridad, las destruye en el acto.
No se ven jamás por lo general, dos reinas en una misma colmena, y cuando esto sucede, las abejas construyen un inmenso panal, o radio que divide la colmena en dos partes de arriba y abajo.
En casos tan raros, las abejas forman dos pueblos y viven separadas, aunque en una misma colmena.